El primer momento los invitaba a reconocer quienes han sido luz en sus vidas, aquellas personas que les han aconsejado o guiado su camino para buscar la luz en momentos de oscuridad, dar gracias también por su presencia en nuestras vidas.
La segunda parte cada uno debía identificar sus propias luces, aquellas características positivas que destacan en su personalidad y sus talentos, los cuales son necesarios compartir y ofrecer a la comunidad, la familia, los amigos.
El tercer momento nos ayuda a visualizar los proyectos de vida y cómo incluimos en ellos aquellas luces propias, cómo podemos descubrir nuestra verdadera vocación y el complemento de como unirla a una profesión u oficio a futuro.
Antes de la liturgia final, cada estudiante recibió una carta, escrita por la familia, con cariño y mucha esperanza, les expresaban los sueños, deseos y bendiciones. En la Liturgia final el 4° Medio A finalizó con una acción de gracias, en las que alumnos y apoderados agradecieron sus experiencias, crecimiento y confianza recibida en los años que formaron parte de nuestra comunidad Institutana. En la liturgia del 4° Medio B, el Diácono Santiago Hameau invitó a los padres a imponer sus manos sobre las cabezas de sus hijos y bendecirlos, para que esa luz recibida brille con fuerza y jamás se apague, para que puedan compartirla con otros y sean reflejo del espíritu que el Instituto de Humanidades les enseñó.