Estos jóvenes realizaron su preparación durante tiempos de pandemia, en modalidad remota por un período, al retomar las actividades normales en el colegio, se consiguió volver a vivir los encuentros de cada viernes en forma presencial. Luego de los dos años de preparación, en los que aprendieron y fortalecieron su amor a Dios y su intención de permanecer en el camino de Dios, recibieron finalmente la imposición de manos por parte del Obispo y la unción del Santo Crisma, como signo del compromiso de evangelizar, con su ejemplo, con su vida y su forma de vivir.
Felices y orgullosos de nuestros jóvenes, de sus padrinos y sus familiares, que sin duda son quienes instan y motivan a permanecer en la fe, felicitamos a cada uno de ellos con la esperanza de que el fuego del Espíritu Santo les brinde sabiduría, consejo, entendimiento, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios, a cada uno.