En la homilía, el Padre Bernardo Álvarez, invitó a los asistentes a que mencionen lo que recordaban del Padre Pepe: los niños indicaron su alegría y cariño, los profesores hablaron de su cercanía y los apoderados hicieron énfasis en la capacidad de escuchar. Todo ésto es un ejemplo claro de que fuimos afortunados al tener tan grande ejemplo de fe, era feliz y compartía esa felicidad con los demás. Hoy celebramos la Pascua del Padre Pepe, el paso de esta vida a la vida plena. Invitó a los delegados pastorales a hacer su trabajo LO MEJOR POSIBLE, siendo capaces de atesorar y sacar frutos de lo que nos compartió el Padre Pepe: el amor de Dios.
Más tarde en el recreo, los alumnos fueron invitados a escribir en un corazón, los recuerdos que tenían de él o un mensaje que quisieran enviarle. Poco a poco se fue llenando de color y cariño la imagen, con mensajes de nuestra comunidad educativa, que lo recuerda afectuosamente, con el tesoro en nuestros corazones de haberlo conocido y haber aprendido tanto de él. Nuestro compromiso es recordar el legado del Padre Pepe y cumplir con sus enseñanzas.